19 de septiembre de 2015

A mi alrededor

Paso a paso, transcurren los minutos, las horas y los días. Mi cuerpo inmovilizado  me hace estar más atenta a los sonidos que percibo, cada paso que escucho, es como un soplo de aire fresco para mi; me hace sentir que sigo viva. Hace semanas que estoy en este lugar, sin saber que hago aquí y sin que nadie me hable. Con mi ojos vendados, no puedo tener una idea aproximada de nada en este lugar. Bebo cuando alguien me acerca un vaso, y como cuando me ponen algo en los labios. Nadie me habla, no sé si solo hay una persona conmigo o varias, ya no soy capaz de  gritar, hace muchos días que dejé de hacerlo porque no me sirve de nada. Vivo con la esperanza, de algún día saber donde estoy y poder escaparme, porque en el fondo sé que si me hubiesen querido matar, no estaría aquí ahora. Lo único que mantiene mi cordura, son esos pasos que escucho cada día a mi alrededor. El sonido de gotas de agua que caen, y el intenso olor a jabón que invade mis fosas nasales cada que vez que esos pasos se acercan a mi.
Hoy estoy intranquila, algo ha cambiado a mi alrededor, son esos pasos, no son los pasos tranquilos de siempre, son pasos urgentes, que de repente se paran más tiempo de lo habitual. De pronto escucho un suspiro, el primero en muchos largos días; sin poder evitarlo comienzo a llorar. Unas cálidas manos me agarran los antebrazos y empiezan a liberar mis manos, me sujetan fuertemente, pero con dulzura; y es entonces cuando la venda de mis ojos se cae.
Al principio todo es borroso, pero cuando consigo enfocar mi visión, me quedo totalmente eclipsada. A mi alrededor todo es bello, las paredes están decoradas con hermosas hiedras talladas en piedra, hay lámparas que inundan todo con una cálida luz. En un momento estoy hipnotizada, pero luego percibo que esa figura se agranda, ensanchándose enormemente y unas hermosas alas del color del azabache se despliegan ante mi. No temo, no huyo, porque sé que siempre ha estado a mi alrededor, es mi ángel de la guarda.