22 de junio de 2018

Al amanecer

Me despierto tiritando de frío sin saber porqué. Estoy desorientada y tardo un poco en darme cuenta de que estoy tirada en el suelo del bosque. Los grillos cantan en mitad de la noche, pero en mi interior algo me dice que debo salir de ahí. Tan sólo recuerdo que después de cenar había salido a dar un paseo por el embarcadero. Fuerzo a mi mente, intentando descubrir cómo he llegado hasta aquí, pero no obtengo resultados. Me pongo en pie, y me duele todo el cuerpo, sobre todo los brazos. Al menos aún estoy vestida y eso me alivia un poco, camino despacio intentando buscar un camino entre la oscuridad, pero es difícil porque la noche está espesa.
Oigo un ruido a mi derecha y me paro en seco, miro alrededor buscando algina señal de su procedencia. Entonces la veo, una chica tirada en el suelo igual de desorientada que yo, nos miramos y nos quedamos quietas sin saber que hacer. No sé si puedo fiarme de ella. Tras unos minutos decido arriesgarme y me acerco a ella - ¿Sabes cómo hemos llegado aquí?- Ella niega con la cabeza. La ayudo a ponerse en pie e intentamos buscar una salida, pero no sabemos hacía que lugar dirigirnos, quizás debamos esperar al día. Al momento, escuchamos de nuevo un ruido y al segundo otro. La noche empieza a ser más clara, es ahí cuando me doy cuenta de que hay más chicas como nosotras. He contado al menos 10, estamos asustadas, no entendemos qué hacemos aquí no quién nos ha traído.
Cuando por fin amanece, oímos el sonido de una radio sobre una roca. Nos acercamos pensando en pedir ayuda, pero nos paramos en seco cuando se oye a un hombre hablar. - Buenos días chicas, bienvenidas a nuestro bosque. Son unas privilegiadas, porque han sido seleccionadas para el gran evento. El 10 minutos dará comienzo la caza y al menos que lleguen a la linde del bosque no tendrán escapatoria. -
La mayoría de las chicas se han puesto a gritar de terror, yo estoy paralizada. Mi mente no para de dar vueltas, intentando encontrar sentido a esto. Un fuerte pitido suena y todas empiezan a correr, pero yo sigo ahí, una chica intenta tirar de mí pero es inútil. Hasta que le veo y lo recuerdo, ese hombre anoche me atrapó y me  metió en un coche, tiene una sonrisa malvada y me mira directamente a los ojos. Lleva un arma y sé que hoy voy a morir, pero no le voy a dar el gusto de cazarme, así que sigo en mi sitio.  Se acerca y gira a mi alrededor, yo tiemblo, pero intento estar serena, si esto es un juego para él, pienso joderle la diversión.  Se agacha a mi altura y me mira directamente a los ojos, me agarra con fuerza del brazo, veo como saca una navaja y sé que voy a sufrir.

21 de junio de 2018

El refugio de tus huesos


Camino disfrutando del suelo bajo mis pies, estoy aquí otra vez. El aire se siente más puro, igual que cuando era pequeña, el sonido del agua del río me transmite paz y calma. Esas nubes esparcidas por el cielo como trozos de algodón, me recuerdan infinitas tardes de verano disfrutando del tiempo libre. Cada vez que regreso una parte de mi alma se conecta con la tierra, con los bosques; la magia que hay en el entorno se transmite a mis células y puedo rememorar imágenes guardadas en un rincón lejano de mi mente.
 No puedo evitar coger una hoja de roble y girarla entre mis dedos, mientras el sonido del viento mece cada una de las copas de este pequeño bosque. No sé porqué pero en cualquier otro lugar los “carballos” no son lo mismo, aquí las leyendas lo envuelven todo, m envuelven a mí. 

Sigo el sendero que sube hasta el cementerio, quiero visitarte de nuevo abuela.  Dicen que los cementerios no son bonitos, quizás porque en ellos están nuestros muertos, pero he decir que el refugio de tus huesos es hermoso, porque estás mirando hacia el valle, rodeada de naturaleza como siempre viviste.  Cada vez que vengo, miro alrededor y respiro para llenar mis pulmones con el mismo aire que te envuelve. 

Tu sonrisa para mí será infinita,  la llevaré conmigo a donde vaya, junto con todos los momentos que me regalaste a tu lado. Me hubiese gustado que fueses eterna, pero la muerte nos lleva a todos antes o después; espero volver a verte algún día lejano, para que me abraces de nuevo como cuando era niña.

Ahora el sol está en lo alto del cielo y sus rayos iluminan el paisaje precioso. Miro hacia abajo y dos caras sonrientes me están mirando, son hermosas y están llenas de vida, son nuestra luz; por eso les llenamos de abrazos cada día.