21 de julio de 2015

Combustión

Gotas de sudor recorren mi espalda empapando toda mi ropa a su paso. Hasta el movimiento más lento se hace pesado y sudoroso. Tras el iris de mis ojos se enciende una pequeña llama de color anaranjado, que con cada segundo más de calor intensifica su color. Cuando esa mirada de hielo llega a cruzarse con la mía, la llama se pone al rojo vivo. Entonces todo mi ser se pone a arder literalmente, arrasando cualquier rastro de frío a su paso. Mis pies se elevan del suelo, convirtiéndome en una bola de fuego, que abrasa todo a su paso, convirtiendo nuestro planeta en una estrella en combustión. Así es como descubrí mi mundo y lo que ahora soy, una habitante del planeta del fuego.

17 de julio de 2015

Sus ojos

Paseo recorriendo las calles sin rumbo fijo. El calor que emana del asfalto, atraviesa la suela de mis zapatos y el ambiente de mi alrededor es de auténtico bochorno. Llevamos así tres semanas, y mato mis días bajo una rutina de casa al trabajo.
Estoy ya llegando de vuelta a casa cuando al cruzar la calle escucho un ruido ensordecedor y un coche negro se detiene a un cm de mis rodillas.  Levanto mi cabeza y entonces le veo, esos ojos q reconozco de inmediato, pero no reconozco su voz. -Perdona ¿estás bien?. Vuelvo en mi, realmente no se quien es. Nunca le había visto. Hasta q de pronto me agarra de la muñeca y me lleva con él. Entonces flashes comienzan a asaltar mi memoria,  imágenes de la Edad Media, en la que él y yo estamos juntos. Y en ese momento lo sé, estamos destinados, hemos estado juntos siempre,en cada una de nuestras vidas. No tengo q pensar nada más,  él es mi todo y me dejo llevar.

1 de julio de 2015

Sin Aire

Siento mis pulmones pesados, con cada respiración el aire se vuelve más y más denso, tanto que parece que estoy respirando líquido caliente que me abrasa desde el interior. Las venas se me van dilatando, hasta hincharse y quedarse completamente abultadas; dándole a mi piel una apariencia ruda y tosca. Mi color blanquecino se va tornando rojo fuego, y mi cuello se va estirando en busca de algo fresco; pero como no encuentra absolutamente nada, se queda completamente rígido y contraído. Una enorme bola de plomo se coloca en el centro de mi estómago, rodando a toda velocidad y luchando por encontrar la salida. Esa bola sube lentamente, pero abrasando todo a su paso, y con ella mis cuerdas vocales empiezan a vibrar, con tal fuerza que un leve gruñido se empieza a formar en el fondo de mis pulmones elevándose con toda la fuerza posible hasta desencadenar en un grito desgarrador de mi alma,  que se eterniza hasta que se agota junto con el aire de mis pulmones. Entonces y solo entonces, soy capaz de respirar.