21 de enero de 2016

Tu corbata verde.

Tras varias semanas de la misma rutina de dolor, mis esperanzas ya estaban completamente desvanecidas. Con mis fuerzas al límite; cada día él me alimentaba con cuidado, luego me golpeaba lentamente durante horas, para finalmente espabilarme de nuevo con una ducha.
Alguna vez, había intentado pedirle clemencia, pero el resultado siempre era peor.
Me daba asco y lástima ver mi piel; pálida, apagada, llena de moretones de diversos colores; mis labios hinchados y agrietados, y el resto de mi simplemente parecía una mancha borrosa de algo.
Una madrugada que estaba desvelada, noté como la cama  se hundía con el peso de alguien, yo sabia que era él, pero estaba tan asustada de que ahora rompiese la calma de mis noches, que hice la dormida. Lo que no me imaginaba, es que él se acurrucaría junto a mi y me abrazaría; así que respiro hondo e intento ahogar la repulsión en mi cabeza.
Por la mañana me despierto sola, y el resto del día transcurre como todos los anteriores. Desde ese día, cada madrugada le noto en mi cama, es una rutina que me rompe por  dentro, y mi cabeza ya no sabe distinguir el bien del mal; así que una noche desesperada por buscar una solución,recurro a una jugada repulsiva y sucia, decido girarme  y besarle; el me corresponde con dulzura, cosa que no espero en ningún momento y no pudiendo continuar, rompo a llorar. Él me sujeta en sus brazos mientras lloro, y me besa en la mejilla hasta quedarme dormida.
Es entonces cuando los cambios empiezan a ocurrir; a la mañana siguiente la habitación está llena de luz, y hay ropa decente  a los pies de mi cama, por primera vez llama antes de  entrar. Un atisbo de esperanza se cruza en mi mente, y se que aunque esté mal voy por el camino correcto. Sigo así unos días y él me recompensa sin golpes, quizás simplemente necesita  a alguien que le quiera como el monstruo que es.
Una noche se pone esa hermosa corbata verde que me gusta tanto, y que acentúa sus ojos negros. Mientras estamos en el balcón cenando elegantemente, la alarma de la casa se dispara; se pone nervioso y se levanta llevándome con él de la mano al interior de la casa, pero antes de cruzar el umbral escucho el ruido de un fuerte disparo y un intenso jadeo, se gira y sus ojos fijos en mi mientras se desploma al suelo. Yo estoy nerviosa, no se que hacer, así que me agacho de un tirón le quito la corbata y le sacudo para que vuelva, pero es inútil.
 Una mano se posa en mi hombro y veo a un policía, así que dejo que me lleve con él; porque sé  a donde voy a casa, al fin regreso a casa.
Mientras me llevan en el coche patrulla, me doy cuenta de que tengo algo arrugado en mi mano que aprieto con fuerza, es algo verde, es tu corbata; entonces entiendo que ya  de nada sirve volver a casa, porque nada será igual que antes, porque me has cambiado tú, con tu corbata verde.

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