26 de febrero de 2015

Agotamiento

Abres los ojos después de una corta noche, sintiendo cada parte de tu cuerpo como el plomo. Piensas que si no te mueves, se pasará la sensación y podrás enfrentarte al día. Pero eso no ocurre por muchos minutos que esperes, incluso  se agrava. Al final decides poner los pies sobre la alfombra e incorporarte lentamente, pero el resultado es todo tu cuerpo desgarbado caminando en un intento de localizar el grifo de la ducha. Bajo el agua, piensas que eso repondrá tu energía, pero de nuevo te equivocas, porque lo único que consigues es un temblor hasta lo más profundo de los huesos, que te obliga  a secarte tiritando y vestirte pensando en todos los insultos  que conoces . Pones tu última esperanza en esa taza de café, que te espera llamándote, pero que solo resulta ser un pozo negro amargo que agrava tu temblor nervioso. Te resignas y sales de casa, pensando en la mierda de día que te espera. Tu optimismo está por los suelos y tu mente totalmente desconectada de tu ser, en una especie de sonambulismo que apenas reaccionad a los estímulos de la calle. Llegar al trabajo es un reto, pero más aún pasar allí el resto de la jornada. Aún así, después de quinientos treinta y siete suspiros, una aspirina y dos botellas de agua; consigues superarlo. Aunque para ti ha sido una larga pesadilla, que solo puedes solucionar entregándote de nuevo a la oscuridad del sueño; con la esperanza de que al despertarte tus músculos reaccionen, en lugar de sentirse nuevamente pesados. Abres los ojos, la sensación del plomo empujando tu cuerpo de nuevo se apodera de ti...¡nooooooo! necesito sobrevivir para poder vivir al fin...

No hay comentarios:

Publicar un comentario