18 de julio de 2017

Despedida

Camino rápido por las calles oscuras, deseando llegar a casa, nunca me ha gustado la noche; no poder ver todo lo que hay a mi alrededor. Giro la esquina de la manzana de mi casa, cuando veo una silueta apoyada en mi portal. Inmediatamente me tenso, pero  no dejo de caminar, aunque reduzco el paso. Según me voy acercando la silueta nota mi presencia y se gira hacia mi. Percibo partes de su rostro y me resulta familiar... No puede ser él, hace años que no nos hemos encontrado y nunca le he dicho donde vivo.
Cuando llego a su altura no soy capaz de saludar, así que me quedo allí plantada sin saber que decir. Él me observa mudo, recorre todo mi cuerpo con su mirada y noto como se mueve su manzana de Adán mientras sus ojos se enlazan con los míos.
Mi corazón da un vuelco y antiguos sentimientos afloran, me dejo guiar por mi intuición en esos momentos y estiro la mano para tocar su rostro. Noto la aspereza de su incipiente barba bajo mi mano y adoro la sensación. Hace años que le extrañaba a pesar de negármelo cada día.
Noto como coge mi mano y deposita un tierno beso en mis dedos, y me aprieta en su pecho en un fuerte abrazo. Su boca recorre mi cuello subiendo hasta mi oreja y el susurro de su voz me derrite. Escucho un hermoso 'lo siento' , creo que acaba de hacerme más feliz de lo que jamás había sido. Hasta que noto una punzada en el lateral de mi vientre, intento separarme de él para ver que pasa, pero no me permite separarme; no entiendo nada, hasta que levanto mis ojos a los suyos y veo que la ternura de antes ha desaparecido y ahora solo hay una frialdad, una ira que me cala los huesos y llena el alma; entonces noto otra punzada más arriba. Pero esta vez sí que sé de que se trata, mientras líquido caliente recorre mi costado y mis incrédulos ojos van apagando su brillo, sin poder hacer nada mientras él me sostiene como si fuéramos dos enamorados más despidiéndose. Y aunque sea cruel, esa es la verdad.

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