El aire le soplaba en la cara con fuerza mientras sus
piernas colgaban en el muro, llevaba allí sentada un par de horas, pero a ella
le parecía que tan solo había estado unos minutos. Su mente se había ido a la
deriva, perdida en el horizonte mientras las briznas de hierba danzaban con el
viento, asemejándose a las olas del mar.
Había tenido una semana horrible, sin apenas tiempo para
nada, ni siquiera para ella misma, pero aunque estaba cansada, tampoco le
importaba mucho, porque tener su mente entretenida le permitía olvidarse por
momentos de aquella noche en la que todo se torció. No sabía cómo continuar
adelante y el trabajo le daba la escusa perfecta para no tener que pensar en
ello, al menos de momento.
En ese instante, mientras los rayos de sol se reflejaban
sobre el paisaje, se tornaron de un color rojizo a causa de que la tarde
llegaba a su fin, pero su mente colapsó con esa tonalidad… El rojo lo inundó
todo, se miró las zapatillas que estaban llenas de gotas, al igual que sus
manos empapadas de sangre, la sangre de la vida que había arrebatado. Él había
entrado en casa con la bolsa de la cena en la mano y ella estaba encantada con
la idea de cenar juntos, pero en cuanto se dio cuenta de que él solo buscaba lo
mismo que los demás, no pudo soportarlo y quiso echarle.
Llegaron hasta la puerta a gritos, pero el cerró con llave por
dentro y se acercó a ella con una mirada loca… no pensó, agarró el cuchillo de
la encimera de la cocina a su espalda y se lo asestó en el pecho una y otra vez…
No había podido parar y al darse cuenta de lo que había hecho, ya no había marcha
atrás…
Una voz la sacó de sus pensamientos:
—Alicia, ¿qué haces aquí? Te has olvidado tomar la
medicación y si no te la tomas las alucinaciones volverán.
Cierto, me había olvidado de que aquello no fue real, aunque
no estoy segura….
No hay comentarios:
Publicar un comentario